La relación estrecha entre el cuerpo, pensamiento y lenguaje, y las emociones y estados emocionales es una realidad que debemos concientizar.

El Cuerpo
Foto: Dangerously Fit

Recordaba el otro día un episodio de una tía, de cierta edad, que, tratando de mantener una apariencia joven se había hecho una serie intervenciones y tratamientos para mejorar su aspecto. Un día, estando en el supermercado, una niña que estaba con su mamá detrás de mi tía en la fila le hizo el siguiente comentario: ‘Señora. Ud. tiene manos de viejita…’ . De poco valió el esfuerzo y tiempo invertido, pues la niña, con su inocencia, percibió la edad verdadera, sin preguntas, sin verificar fecha de nacimiento. Sólo… observando el cuerpo.

El Cuerpo: más que un simple envoltorio estético

Con esta anécdota, aparte de reiterar el refrán que los borrachos y los niños no mienten, pretendemos traer a colación que nuestro cuerpo, además de ser nuestra carta de presentación, es un mecanismo de comunicación, a la vez de ser un medio de expresión lingüístico y de nuestras emociones. Pero también existe una relación entre las emociones y los estados emocionales y el cuerpo; muchos habremos leído, o inclusive vivido, que, por ejemplo, prolongados estados de tristeza pueden llevar a somatizar las emociones, al punto de hacer daños al cuerpo que pueden ser desde leves a severos. Existen enfoques médicos orientales, chinos e indios, donde se diagnostican y tratan enfermedades analizando las emociones que viven los pacientes. También existen médicos occidentales, Ruediger Dahlke, en La Enfermedad como Símbolo, y Jacques Martel, en El Gran Diccionario de las Dolencias y las Enfermedades, entre otros, han publicado bibliografía en la cual se presenta la relación directa entre dolencias físicas y emociones.

¿A dónde los estamos queriendo llevar? ¿Qué les queremos invitar a explorar?

En artículos anteriores de nuestro blog, hemos tratado el tema del observador que somos cada uno de nosotros. Y desde ese rol, es fundamental que nos tomemos el tiempo de, sistemática y continuamente, observar nuestro cuerpo, no sólo en su aspecto externo, sino de su comportamiento en el quehacer diario. ¿Qué sentimos en cada situación particular, cómo es nuestro ritmo cardíaco, cómo es nuestra respiración?. Yendo un poco más allá ¿Qué estará sintiendo el otro que se mueve o respira como lo está haciendo?.

La actividad física es primordial para un adecuado balance con las emociones y con el lenguaje, pero no algo que simplemente haga que el cuerpo se mueva, como puede ser bailoterapia o ir al gimnasio; debe ir acompañada de un trabajo interno, de una especie de meditación en movimiento como el t’ai chi, pero también de intencionalidad, como puede ser el yoga o la biodanza.

Algunos tips:

  • Dime quién eres y te diré cómo te mueves…. dime cómo te mueves y te diré quién eres!.
  • En momentos de mucha tensión, te invito a que hagas varias respiraciones suaves, lentas y profundas. Observa ¿qué pasa con tu emoción? ¿Qué pasa con tu cuerpo?
  • Existen disposiciones corporales básicas, que tocaremos en otro artículo, que trabajadas con conciencia, permiten mejor disposición para la acción: centrado, apertura, resolución, flexibilidad y estabilidad.
  • Una adecuada combinación de ellas, hará que nuestro desempeño, personal, familiar, profesional, colectivo, sea óptimo.

La invitación por ahora es sentir, a concientizar, la relación cuerpo-emoción-lenguaje, a estar alertas y presentes de las expresiones de nuestro cuerpo, no como una manera de ocultar dolencias o emociones a los otros, sino como mecanismo de genuino crecimiento personal.

Recordemos el refrán: lo que la boca calla, el cuerpo grita.

Hasta la próxima.

Escrito por:
Germán Álvarez Cádiz
Ingeniero químico y coach ontológico
@galvarezcadiz

El Cuerpo: más que un simple envoltorio estético
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