La mayoría de los problemas de la comunicación interpersonal está en la diferencia entre hablar y escuchar.
Si queremos valorar uno de los elementos más importantes para establecer relaciones sinceras y duraderas con nuestro entorno social ¿Cuál sería?. ¿La aceptación del otro como ser humano diferente? ¿La observación para evaluar el lenguaje verbal y corporal? ¿Comprensión? ¿Humildad?
Si hacemos una revisión, a todos nos gusta conversar, expresar nuestras opiniones y emociones, emitir juicios. Pero ¿cuánto nos gusta oír? O dicho más correctamente ¿Cuánto nos dedicamos a escuchar?.
Tradicionalmente nos referimos a comunicar como el esquema comprendido por un emisor, quien habla, un receptor, el que escucha, y el mensaje en sí. Este enfoque es correcto y más adecuado para equipos electrónicos que para seres humanos. Posturas complementarias, más modernas y humanistas, refieren el escuchar como la combinación de otros elementos: uno, meramente biológico, constituido por la capacidad de oír, esto es, percibir estímulos auditivos externos; el otro elemento que, desde el enfoque de ontología del lenguaje, comprende la escucha, es la interpretación que damos a lo que oímos.
Los seres humanos vivimos en mundos interpretativos. Interpretamos desde nuestra realidad personal, nuestra percepción, nuestra formación y nuestras vivencias, ente otras cosas. Si, por ejemplo, escucho el trino de un ave en la mañana, simplemente lo disfruto y sé que está amaneciendo, sin siquiera abrir mis ojos; ese mismo canto, escuchado por un ornitólogo, tiene un significado diferente de raza, especie, sexo y circunstancias del pájaro que lo emite. Mi observador me permite unas distinciones diferentes, pero a la vez válidas, a las del biólogo. Ambas válidas, desde y para cada observador.
Escuchar… ¿Cómo ocurre el fenómeno?
Es, desde ese observador, que nos escuchamos mutuamente. Escuchar es, sobre todo, un componente importante de la comunicación humana, y lo es tanto como el hablar. Generalmente se da más importancia a esta última, señalando que es la parte activa de la comunicación, pero es en la escucha que detectamos, desde nuestro observador obviamente, las necesidades, los pedidos, ofertas y promesas, de aquellos con quienes nos relacionamos, sean estos familiares, parejas, clientes, socios, colegas, colaboradores o supervisores. Con la escucha atenta podemos, y debemos, validar lo que nuestro interlocutor expresa.
Los invito a evaluar cuántas veces nos detenemos a decir a un cliente ¿Estoy entendiendo que requiere que el pedido de mercancía se entregue en tres partes? O, simplemente: ¿mi amor, estoy entendiendo que prefieres ir al cine que al teatro está vez?. Como dice el biólogo Humberto Maturana «El fenómeno de la comunicación no depende de lo que se entrega, sino de lo que pasa con el que recibe». Esto expresa claramente la importancia de la escucha en la comunicación efectiva.
Es por ello que cada quien dice lo que dice… Y cada quien escucha lo que escucha. Y la mayoría de los problemas de la comunicación ente los seres humanos, y por ende de lo que llamamos incomprensión, residen en cuánto difieren hablar y escuchar.
Escuchar es mucho más que estar pendientes de cada palabra que el otro dice e ir hilando una respuesta que contradiga la posición del otro e imponga la nuestra: es conectarse, desde mi observador, mediante mi cuerpo y mi emoción, mi aceptación del otro en tanto diferente a mí, con lo que él expresa para entenderle e interpretarle, tanto lo que expresa con el lenguaje como con sus emociones y su cuerpo. Una suerte de danza donde los roles de orador, oyente, lenguaje, cuerpo y emoción se entremezclan.
Los invito a que dancemos, eso si, con la misma música.
Tips para escuchar mejor
- Si sientes que no eres escuchado, te invito a que evalúes cuán buen oyente eres.
- ¿Qué acciones concretas te plantearías para mejorar tu escucha de ahora en adelante?
- Mayor apertura, aceptación del otro y soltar nuestras interpretaciones son fundamentales para escuchar mejor.
- Las vivencias y percepciones se originan en la congruencia que constituyen el cuerpo, las emociones y el lenguaje. Y es en esa congruencia, donde nos conformamos como observadores particulares de lo que percibimos o de lo que escuchamos, lo que nos permite establecer distinciones específicas.
Escrito por:
Germán Álvarez Cádiz
Ingeniero químico y Coach Ontológico
@galvarezcadiz