Hace algunos años, tuve la oportunidad de leer el libro Emociones y Lenguaje en Educación y Política del profesor chileno Humberto Maturana, en el cual el autor plantea su mirada sobre qué es educar y para qué debería servir la educación. Tengo que confesar que a partir de ese momento, comencé a hacerme una serie de preguntas y cuestionamientos sobre el impacto que la educación tiene sobre la sociedad y sus individuos y más aún, sobre nuestro verdadero nivel de consciencia o inconsciencia alrededor de este tema.
¿Para qué deseamos educar?
Todas estas inquietudes, se han visto exacerbadas al ser testigo de cómo decenas de jóvenes brillantes, a pesar de tener en sus manos los resultados de sus pruebas de orientación vocacional, llegan al final de su formación secundaria e incluso al inicio de su formación universitaria sin tener idea de qué quieren y para qué quieren estudiar, lo cual genera en ellos enormes espacios de incertidumbre, inestabilidad y angustia al sentir, que sin mayores herramientas, son responsables de tomar una decisión que sin duda, definirá uno de los aspectos más importantes de la vida cualquier ser humano; su quehacer como individuos dentro de esa red de interacciones que constituyen lo que llamamos sociedad. Ese quehacer, debería garantizarles cuando menos en lo individual, progreso, estabilidad, satisfacción y gratificación personal.
Esta realidad, da pie para que nos preguntemos ¿Qué pasa con la educación, que nuestros muchachos llegan al final de su vida escolar sin saber hacia dónde se quieren dirigir? ¿Está nuestro sistema educativo diseñado para ayudar a nuestros niños y adolescentes a conocerse, a descubrir cuáles son sus talentos, qué los apasiona, de qué manera les gustaría servir a la sociedad, o más aún, a ayudarlos a experimentar la satisfacción y los beneficios que en lo individual produce el sabernos útiles a los demás? Desde mi punto de vista, la respuesta a la mayoría de estas preguntas es que no. Tal y como yo lo veo, nuestro sistema educativo está orientado a suministrarle a nuestros jóvenes muchísima información, de la cual sólo una parte se convierte en conocimiento y otra parte aún menor en aprendizaje, sobre el mundo y cómo éste funciona, sobre ciencia y tecnología o sobre literatura o historia, pero para nada, sobre quiénes son ellos como individuos y cuáles son sus emociones y pasiones. Nuestro sistema educativo está diseñado para ayudarlos a ver hacia “fuera” y a minimizar la posibilidad de mirar hacia “adentro”; me atrevería a decir, que está diseñado para alejarlos de la posibilidad de escuchar esa voz interior que podríamos llamar vocación.
Con esto no quiero decir que la formación técnica y humanística no sea importante o necesaria, al contrario. Creo que es muy importante y cada día debe ser más y mejor. ¡Es importante, pero no es suficiente!
Mientras un joven no descubre para qué le sirve estudiar lo que estudia, con qué lo conecta emocionalmente ese aprendizaje, de qué manera eso que está aprendiendo le sirve para acercarse a quién quiere llegar a ser, sigue viendo su transitar por la educación como una suerte de obstáculos que hay que sortear para ingresar a “algún camino” que lo llevará a “algún incierto lugar”. Probablemente, esta es la razón por la que vemos a tantos jóvenes cambiando de carreras en una o más ocasiones o a tantos adultos, con vidas laborales poco exitosas e insatisfactorias. Recordemos que nos es la razón la que nos lleva a la acción, es la emoción. Por la tanto, sólo jóvenes y adultos que se encuentren conectados emocionalmente con su profesión o más aún, con el para qué de esa profesión en su vida, lograrán generar las acciones necesarias para convertirse en profesionales realmente exitosos, satisfechos y útiles a la sociedad.
En el libro que mencioné el inicio, el profesor Maturana nos dice: “…Una educación que no nos lleve a respetarnos y aceptarnos como individuos en la dignidad de quien conoce, acepta y respeta su mundo…, no le sirve a Chile ni a los chilenos…”. Este fue uno de los párrafos que me llevó a hacerme preguntas tales como:
- ¿Qué queremos lograr con la educación?
- ¿Para qué queremos educar?
- ¿Qué país queremos?
- ¿Estamos vinculando el país que queremos con la forma en la que estamos educando?
Escrito por:
María Laura Rodríguez
Coach Ontológico Profesional
Consultora ALAS
Me encanto eso que escribiste, nuestra sociedad en todo el mundo nos han educado para elegir una carrera pero a mi pensar nunca se han preocupado como hacemos para descubrirlo, porque tal vez esto de descubrirlo es muy místico u holistico. La educación debería enseñarnos a definir que queremos ser y hacer para así luego definir nuestra carrera o desempeño durante la vida. Perdidos por la vida hasta que llegamos a descubrir con suerte lo que nos apasiona. Cuando tenemos 18 anos es lógico que aun no lo sepamos, algunos tienen la suerte de saberlo pero no porque te lo enseñaron a descubrir si no porque su pasión es tan grande que tienen el coraje de seguir lo que sienten. Pero todos no se atreven y se encarcelan en vidas y cosas que no quieren hacer en trabajos que no les dan satisfacción,pasión, ni vida, solo dinero y seguridad mientras otras personas trabajan mas felices con carreras mas acertadas y con un bienestar de libertad de hacer lo que quieres y hasta ejemplos para la sociedad. En educación deberían estar materias relacionadas con el descubrimiento de nosotros mismos es la base fundamental para servir de mejor manera a nuestra sociedad y para nosotros mismos. Betsy chacon 0412-8598545
Gracias Betsy por pasarte por acá y dejarnos esa hermosa e intensa reflexión.
Vuelve pronto!!
Saludos,
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