Actuar desde el ejemplo es una de las mejores formas de lograr cambios positivos en los demás.
Paseaba como muchos domingos en la Cota Mil que es una suerte de incógnitas y de desconocidos, enfundados en esa parafernalia deportiva que nos hace aún más irreconocibles, lejanos, no identificables. En medio de esa concentración en mi desempeño, al final de la subida de La Castellana paso por un puesto –el Toldo Naranja, atendido por una señora y su hijo, Yolanda y Miguel– que, a pesar de mi disfraz, de mi esfuerzo y concentración, Yolanda exclama, con profundo amor: ¡buenos días! ¿cómo está?.
Adiós concentración, pulsaciones por minuto, cadencia. De inmediato conteste: muy bien ¿Y Uds.? inefable respuesta con extrema emoción: Bien, gracias!!!!.
Seguí mi camino, ya no centrado en mi rendimiento aeróbico sino intrigado y a la vez deleitado por aquel gesto de un desconocido para otro. Impulsado con esa sensación de bienestar, seguí vía este, con planes de llegar, como siempre a El Marqués y devolverme.
Pero un par de kilómetros más allá, simplemente el cuerpo no pudo más; tomó control mi emoción y me dije: tengo que hablar con esa señora. Regresé, me quite casco y lentes y pregunté: ¿Por qué esa amabilidad? ¿Cuánta gente de la que pasa por aquí saluda y cuántos responden? Saludamos a todos, me dijo Yolanda, al principio sólo respondía como el 30%, ahora va como por el doble. Yo me llamo Germán y Uds.? Yolanda y Miguel, respondió, mientras atendían amablemente a sus clientes en búsqueda de tizana, jugo de naranja y de bananas. Somos cristianos, me increpó. Lo interesante es que, más allá de la religión, saludaban a los que pasaban por allí, sin saber si eran cristianos o musulmanes, si les iban a responder… si les iban a comprar. Sólo por la satisfacción de dar algo de ellos a los demás, sin esperar nada a cambio.
Ecoética: actuando positivamente en nuestro entorno social
Uno de los tópicos que forma parte de los talleres de trabajo en equipo que tenemos la dicha de impartir en nuestra empresa tiene que ver con algo que se denomina la ecoética, entendida como el actuar bien en nuestro ecosistema social, sea este la empresa, la familia o ese entorno de desconocidos con los cuales nos cruzamos a diario. Ética tiene que ver con el respeto a los demás desde el respeto a si mismo, con esa consideración de otro; es la vía de la manifestación de amor que es la aceptación de los demás en el entendido de que son diferentes.
Ese hecho reforzó, desde mi cuerpo y mi emoción, ese concepto de ecoética de nuestro taller, aparte de dejarme con una sensación de bienestar que hizo que hasta olvidara los calambres y las 130 pulsaciones por segundo. Me quedé además a contemplar cómo la gente se detenía a simplemente consumir algo o a saludar con la familiaridad que esa gente naranja –no sólo por sus jugos– brinda todos los domingos.
¿Qué pasaría que cada uno de nosotros hiciéramos eso mismo con al menos cinco desconocidos, esperando a cambio nada más que la satisfacción de haberlo hecho? Una de las mejores formas de predicar es con el ejemplo. Nuestra sociedad, y me refiero a la venezolana, ha perdido lastimosa y paulatinamente, el respeto, la consideración, el respeto por los demás, pero sobre todo, por uno mismo; no importa edad, clase social o situación, siempre estamos permanentemente imponiéndonos sobre los derechos de los demás sin importanos las consecuencias. La inflación y escasez eventualmente desaparecerán, pero se hace necesario reforzar esa ética, ese respeto, ese amor por uno y por los demás, por saber que estamos haciendo bien las cosas simples y cotidianas.
Mi invitación final: retomemos el amor y el respeto por los demás, sin esperar de ellos nada a cambio sino su cambio desde nuestro ejemplo.
Hasta la próxima. Nos vemos en el Toldo Naranja.
Escrito por:
Ing. Germán Álvarez Cádiz
Coach Ontológico Profesional
@galvarezcadiz