A veces pensamos que no somos felices y quizá sí lo somos ya y no nos damos cuenta. Creemos que las cosas tienen que ser de determinada forma y que vamos a ser felices cuando estemos allí, cuando logremos tal o cual cosa… por ejemplo: –Seré feliz cuando tenga dinero, cuando tenga mi casa, cuando esté en pareja, etc.–

Felicidad es una cuestión de observación interior
Foto: Annais Ferreira

Si no logramos esas cosas estamos como incompletos, carentes, idealizando ese lugar en el que estuve y ya no estoy, o en el que me cuesta tanto lograr o que tal vez «nunca pueda lograr«. Te muestro un ejemplo: En la película Apolo XIII, Tom Hanks representa a James Lovell, el astronauta que más horas ha tenido en el espacio, quien toda la vida hace de todo para ir al espacio y principalmente a la Luna. Finalmente logra ir en esa misión, pero en el medio de la expedición tienen una falla técnica tan riesgosa que tienen que abortarla, y lo peor es que no saben si podrán regresar con vida a laTierra. En determinado momento de la trama –y después de varios días de desesperación– este astronauta mira por la ventana de la nave espacial y ve hacia un lado la Luna y hacia el otro la Tierra, y dice algo así: “pensar que siempre di e hice todo por ir a ese lugar tan lejano (y señala a la Luna), hoy daría todo por volver a donde siempre estuve” (señalando a laTierra).

La felicidad es una cuestión de observación de nuestro interior

A veces ya tenemos y estamos en un espacio feliz, pero tenemos como un velo delante de los ojos que no nos deja ver esa felicidad, y ese velo se llama “EXPECTATIVAS” y si estas expectativas son SOBRE UNO MISMO, muchas veces directamente NOS PARALIZAN. Dicen las más viejas filosofías orientales: “Quien tiene expectativas se pierde el gozo de la vida”. Por eso yo digo: “La felicidad NO es una cuestión de expectativas sino de observación interior y de percepción del mundo”. Si tenemos todo para gozar, pero solo vemos lo que perdimos o las expectativas que no cumplimos, muy probablemente nos sintamos frustrados e incompletos y pasemos al resentimiento en nuestra vida.

¿Matar los Pater?

Siempre en las formaciones hago estas preguntas: ¿Qué sale de una vaca y un toro?… ¡Una ternerita! ¿De un pino?… ¡Un Pinito!… ¿Y de un Martínez, Pérez o García?… Un «Martinecito», «Perecito» o «Garcíita»…. Entonces, ¿Que podría haber salido de tu mamá y tu Papá? ¡TÚ!. No puede salir una vaca de un pino, ni al revés… Tampoco un Garcíita de un Martínez y te guste o noooo… eres producto de tus padres – el término Pater Familia en Roma significaba dueño de vidas y decisiones de todos sus integrantes–.

Tienes sus genes, hasta el día de tu muerte –en el latín “Gens” significaba misma tribu–. Pero también fuiste creciendo y te “generaste”, de lo que observaste de ellos, de su combinación, de lo que imitas de ellos y de lo que te quieres diferenciar. Como diría Bert Hellinger: “Los hijos somos tan leales, que no podemos escapar, no hay que luchar con los orígenes sino reconocerlos y honrarlos… recién allí puede haber consciencia y una posibilidad de transformación”.

Entonces si a tus padres les faltó algo como: confianza, alegría, sinceridad, voluntad, creerse merecedores, arriesgarse a ir a lo más grande, Etc. ESO que a ellos les faltó –y tal vez lo que a Ti te exigieron– eso ¡precisamente eso! es hoy “TU LUCHA”, esa que se celebra en el interior de cada uno. Esa es la lucha de la “PROPIA IDENTIDAD”, dicho de otra forma: La Lucha entre lo que Somos –o lo que Debemos SER– y dónde estamos, vs. lo que QUISIÉRAMOS SER Y DÓNDE QUISIÉRAMOS ESTAR.

Reconocer tu SER completo y declararte ¡FELIZ! ¿Te parece poco? Creo que ¡No!. Este es el salto cuántico de consciencia del ser humano.

Cuando Osho dijo: “tienes que matar a Tus Padres”, se armó un revuelo en todo el mundo, nadie lo entendió hasta años después. Volviendo al Latín y a la antigua Roma: el Pater Familia o Pater Potestas (Potestad=Poder) era TU DUEÑO, y sus derivados: Padre-Patrón. ¿Qué es lo que hace un Patrón o un Padre? Te dice lo que tienes que hacer, pone y marca un orden (ordena), pone límites, decide lo que está Bien y lo que está Mal, lo que está fuera de ese orden y del orden de los Gens (Tribu).

¿Qué sucede si te vas fuera de ese orden? Eres inculpado, condenado, castigado, y hasta excluido. Y este es el gran temor de todo ser humano, el ser excluido, mucho más que ser castigado. Por eso cuando un hijo toma cualquier otra elección que no está dentro de lo “esperado” o de lo “normal” y no está acorde con los padres (y sus patrones), provoca lo que provoca; si estos no la aceptan es una forma de no aceptar a su hijo, habrá entonces… exclusión, culpa y dolor, de ambas partes.

Esto es lo que hay que matar en nuestra vida adulta: “LOS PATRONES MENTALES”, que nos limitan, esa parte de nuestro ser –y que está anquilosado en nuestros genes– que nos hace sentir culpables porque no estamos “cumpliendo con el Deber”, que no nos permiten disfrutar ni ser auténticos porque en lo profundo –e inconsciente– sentimos que estamos traicionando al gen y nos hace sentir incompletos y “excluidos”.

Esa parte de nuestra consciencia que hay que superar, en nuestra cultura algunos ingenuamente la llaman DESTINO. Observa en qué espacio de tu vida te sientes excluida/o, o no consigues lograr algo: dinero, amor, trabajo, salud, confianza, etc. y no me cabe duda que allí hay un PATRÓN que estas obedeciendo. Así que, simplemente ¡OBSERVA! y seguro la felicidad comenzará a aparecer en tu vida.

Daniel ElfenbaumEscrito por:
Daniel Elfenbaum
Coach Ontológico y Director
Consultora ALAS

La felicidad: aprender a observarla dentro de ti
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